Un viaje con mapa y traductor.

¿Les ha pasado que cuando no saben qué esperar de una situación, prefieren evitarla?

Eso es lo que le sucede a un gran número de parejas que han llegado al punto en donde encontrar solución a sus temas parece algo imposible y cuando la vida les muestra la opción de tomar terapia de pareja, optan por declinarla debido a la incertidumbre que les genera el hecho de no saber en qué consiste o lo que puede resultar de ella.

A través de cuatro breves historias, ilustraré algunos de los puntos que tocamos durante la terapia de pareja.

Ana y Fernando: el propósito de la relación.

Ana y Fernando llevaban cinco años de relación, ellos le llamaban “indefinida”. Cada cual rentaba su propio espacio, aunque la mayoría de las noches la pasaban juntos en una u otra casa, discutían constantemente y les resultaba muy difícil ponerse de acuerdo.

El primer ejercicio que hice con ellos fue preguntarles ¿Para qué están juntos? Su respuesta fue como la de muchas parejas: “porque nos amamos.”

¿Notan que pregunté para qué están juntos y no por qué están juntos? Lo pregunto de esta manera a propósito, debido a la frecuencia con la que recibo la misma respuesta. Respuesta que considero el resultado de un estilo de crianza muy general en nuestra cultura, que rara vez incluye la distinción entre el porqué y el para qué, además de su ejercicio.

El porqué es la justificación de lo que hacemos, que fue lo que ellos contestaron. El para qué nos da el propósito de lo que hacemos.

Cuando somos niños, difícilmente nos enseñan a preguntarnos para qué queremos hacer o tener tal o cual cosa, para qué deseamos comenzar una relación o cambiar de carrera, para qué queremos comer hojuelas de maíz azucaradas y no amaranto… Nos limitamos a conformarnos con el porqué: lo quiero porque me gusta, porque está bonito o ya no lo quiero porque está difícil o porque ya me aburrí.

Ana y Fernando descubrieron que no sabían para qué estaban juntos, que no tenían un propósito y desconocer el propósito de nuestra relación de pareja puede resultar equivalente a emprender un viaje en carretera, sin rumbo, sin mapa y sin haber revisado los niveles del coche, para más adelante quedarnos sin gasolina y darnos cuenta de que ni siquiera traíamos suficiente dinero en la cartera como para comprarla, ni batería en el celular para pedir auxilio, ni un mapa para saber qué tan posible sería llegar caminando a la gasolinera.

Por supuesto que estoy exagerando para brindar el peor de los escenarios en ese viaje imaginario y lo hago con la finalidad de ilustrar que así de complicado puede resultar comenzar una relación de pareja sin preguntarnos para qué.

Armando y Verónica: el diccionario de la pareja.

Armando y Verónica llegaron al consultorio tras dos años y medio de noviazgo. Armando deseaba casarse y aunque a veces compartía la idea con Verónica, por más esfuerzos que hacían, no lograban comprender las razones que uno tenía para continuar con el plan y que el otro tenía para desistir de él. Sin embargo, ambos sentían amarse y por ese “amor”, “estaban luchando día a día.”

Efectivamente, su día a día se había convertido en una lucha constante, en una lucha por convencer a la otra persona, por tratar de cambiarla “para bien”.

Y cuando digo amor y cuando digo para bien, lo hago entre comillas, reproduciendo sus frases dichas en terapia, pues para cada uno de ellos, estas palabras tenían un significado diferente.

En la primera sesión se dieron cuenta de que ambos estaban dando por hecho que, al decir amor, Verónica se refería a lo mismo que Armando y viceversa.

Juntos comenzamos a construir su propio diccionario de la pareja. Ambos escribían por separado sus propios significados de amor, pareja, matrimonio, familia, fidelidad, infidelidad y otras palabras relevantes para ellos. Cuando cada cual leyó los suyos, se dieron cuenta de que tenían muy pocos puntos en común y que eso estaba siendo una de las causas de sus innumerables discusiones.

Así que cuando emprendemos un viaje, no nada más requerimos checar los niveles del coche, llevar dinero, batería en el celular y un mapa (entre otras cosas), sino que también es súper importante conocer el idioma que se habla a donde vamos. Y si no conocemos el idioma, conseguir un traductor.

Emma e Itzel: los no negociables.

Emma e Itzel decidieron acudir conmigo después de algunos meses de resistirse a la idea. Llevaban poco más de año y medio de matrimonio y Emma planteaba “que había situaciones que ya no le estaban gustando.” Por ejemplo, que dónde pasar las fiestas decembrinas era un problema; que la manera de gastar el dinero era otro problema; y a su vez Itzel refería que “Emma pasaba mucho tiempo pegada al celular, situación que le resultaba sospechosa y que le llevó a pensar que estaba teniendo algún tipo de relación sentimental alterna a la que ellas tenían”.

Tras un sondeo más exhaustivo, pudieron ver que su relación estaba llena de improvisaciones y parches sobre los temas que iban surgiendo. “De momento medio se solucionaban, pero a los pocos días volvían a pelear.”

Uno de los trabajos que hicimos en sesión fue el establecimiento de los no negociables. Los no negociables son lineamientos de común acuerdo, cuyo incumplimiento causaría la ruptura de la relación. Se hablan sólo en esa ocasión, quedan por escrito, si la pareja lo cree conveniente, y ya no se habla de ellos a menos que alguno de los miembros de la pareja quebrante los lineamientos.

En el caso de Emma e Itzel, los no negociables quedaron como sigue:

Y así como ellas redactaron en común acuerdo sus no negociables, cada vez más parejas están echando mano de esta herramienta con el propósito de evitar el desgaste que provoca tocar estos temas una y otra vez, además de fortalecer la confianza en la relación.

Rodolfo y Julián: puntos a afianzar de manera individual.

Rodolfo y Julián habían cumplido su tercer aniversario de novios. En el primer año de la relación decidieron que en un plazo máximo de dos años se irían a vivir juntos, sin embargo, la fecha se acercaba mientras que las posibilidades de materializarlo se iban desvaneciendo.

La queja de Julián era que “habían quedado en algo y debido a las deudas económicas de Rodolfo y a su falta de tiempo, no podían ni irse a vivir juntos, ni viajar y a veces ni salir de fin de semana y no se le veía para cuando terminara con sus compromisos económicos”. A todo esto, Rodolfo respondía que “ya no podía más, que estaba exhausto de doblar turnos para poder terminar de pagar, que creyó que lo lograría en dos años y al acercarse la fecha se daba cuenta de que los números no le cuadraban como él lo había planeado.”

Después de algunas sesiones, Julián descubrió que únicamente estaba centrando su atención en los objetivos que Rodolfo no había podido cumplir y esto le impedía darse cuenta de que él también tenía puntos a afianzar de manera individual, antes de poder compartir en pareja.

Los dos coincidían en que la pareja debe ser una prioridad para ambos y querían que los propósitos en común estuvieran por encima de los propósitos individuales. Lo que no habían podido ver es que, para llegar a ese nivel, era fundamental que primero se afianzaran como individuos para después poder compartir equitativamente sus recursos en una relación de pareja. Con recursos me refiero a energía, tiempo, dinero y todo lo que ustedes consideren que es necesario para funcionar en pareja.

Durante sus sesiones en la terapia de pareja, replantearon su situación y decidieron estructurar un nuevo plan de acción que incluía:

Puntos importantes a considerar en una terapia de pareja

Al llegar a una terapia de pareja es muy importante tener presente que:

Conclusión

En la terapia de pareja pueden participar parejas casadas, en unión libre, comprometidas o en un noviazgo, sin importar su orientación erótico afectiva.

En todos los procesos de terapia de las parejas que he mencionado, he tratado el tema de elección de pareja, si ya leyeron esa entrada del blog, sabrán a qué me refiero, si aún no lo hacen, les invito a conocer, a través de la historia de Flavio y Sandra, cómo se da el proceso de elección de pareja, en donde conocerán los factores que al elegir a nuestra pareja nos pasan inadvertidos.

Por último contestaré a una pregunta que he recibido frecuentemente: ¿Hay terapia de pareja para quienes han decidido separarse y quieren llegar una separación pacífica?

Sí, cuando se trata de una pareja con hijos, para ellos hay un servicio llamado mediación para el divorcio, sobre el cual pueden obtener mayor información a través del título: Psicología y Divorcio: bienestar para toda la familia.