¿Por qué y para qué elegimos a nuestra pareja?

La historia de Sandra y Flavio.

Sandra tenía quince años de edad y Flavio diecisiete cuando sus caminos de cruzaron por primera vez.

La atracción que Sandra sintió al verlo fue tal que cayó en la categoría de lo que conocemos como amor a primera vista. Por su parte Flavio, quien tenía novia, tardó unas semanas en advertir los sentimientos de Sandra.

Después de un par de meses de convivencia, Flavio terminó su relación y comenzó un noviazgo con Sandra.

Medio año más tarde, repentinamente, Flavio decidió dejar a Sandra para andar con otra chica. Sandra no encontraba una razón, pues desde su perspectiva, “todo iba muy bien”. Y a Flavio, aunque se sentía contento con Sandra y no tenía muy claros sus motivos para comenzar otra relación, “le ganaba la tentación de andar con alguien más.”

Perdieron el contacto y después de cuatro años volvieron a encontrarse. Aunque  durante esos años conocieron a otras personas, su “amor” de adolescentes había dejado huella en la vida de ambos, así que después de algunas semanas, Flavio dejó a su novia y comenzó, por segunda vez, una relación con Sandra. “Él es el amor de mi vida”, decía ella. “Ella es la mujer con la que quiero pasar el resto de mis días”, decía él.

Tras cuatro años de relación, cuando ambos habían terminado la universidad, decidieron casarse. Anunciaron la boda, comenzaron con los preparativos y por supuesto que la emoción y los nervios por el gran día no se hicieron esperar. Por fin, su “gran amor” se consumaría en un matrimonio.

Dos meses antes de la boda, Sandra descubrió que Flavio había retomado el contacto con la ex novia que él dejó antes de andar con ella las veces anteriores. Supo que recién comenzaban una relación y emprendió una búsqueda hasta encontrarla para disputarse al hombre que ambas juraban que era el amor de sus vidas.

Al ver que la situación es insostenible, Sandra decidió retirarse, terminaron su compromiso y ella se fue del país.

Durante los siguientes años, ambos contrajeron matrimonio con otras personas. El esposo de Sandra venía ya de un divorcio y decía que Sandra era el amor de su vida; para Sandra, el amor de su vida se había quedado en México. Flavio se casó porque su novia estaba embarazada, sin embargo el motivo de su unión murió al cumplirse el séptimo mes del embarazo. Ambos matrimonios terminaron en divorcio.

Por circunstancias que de momento llamaré azares del destino, pasados los años volvieron a encontrase y una vez más le abrieron paso a esta atracción desenfrenada que habían tenido el uno por el otro. Felices de haberse reencontrado en sus treintas y “ya con más madurez”, decidieron irse a vivir juntos.

A los cuatro años de esto, las peleas recurrentes comenzaron a surgir. Ella se quejaba de los coqueteos constantes de las mujeres hacia Flavio y cómo este, “en vez de poner un alto, les daba entrada.” También sospechaba que la ex a la que él había dejado en su adolescencia y por la que habían terminado el compromiso, había aparecido de nuevo o que quizás nunca la había dejado.

Por su parte Flavio refería que “Sandra era muy insegura”, ya que en cada reunión hacía lo posible para que todos se dieran cuenta de que estaban juntos, lo cual lo hacía sentir “como si tuviera un perro marcando su territorio todo el tiempo.”

Ellos llegaron a terapia de pareja, como último recurso, ya que un mes antes habían decidido separarse y lo que los hizo desistir fue la noticia de que Sandra tenía dos meses de embarazo. Flavio al enterarse, “entró en pánico y quiso salir corriendo”, mientras que Sandra “deseaba con todas sus fuerzas formar una familia y en su mente no cabía la posibilidad de que, a esa edad, con la preparación académica que ambos tenían y con la posición económica con la que contaban, Flavio sintiera que no podía hacerle frente a la situación.”

Existen diversos enfoques para abordar el tema. ¿Cómo le llamarían ustedes a este tipo de relación? ¿Qué les transmite esta historia?

Si vemos esta historia desde una perspectiva superficial, podríamos decir, por ejemplo: “¡Sandra, quiérete tantito! ¿Qué haces con un hombre que ya dio señales de no quererte? (O por lo menos de no quererte nada más a ti.” “Y tú, Flavio, pon en orden tus ideas. ¡Decídete!”

Desde un enfoque transgeneracional se pueden encontrar causas más poderosas para permanecer en relaciones de este tipo, lo veremos más adelante.

¿Por qué y para qué elegimos a nuestra pareja?

Lo que siguió para Flavio y para Sandra, lo sabremos después, mientras tanto les compartiré que tanto en mi experiencia de vida como en mi desempeño profesional en terapia de pareja y en mediación para el divorcio, he podido observar que las parejas ni se unen, ni se pelean ni se separan por el motivo que manifiestan al llegar al consultorio, sino que lo hacen por motivos ocultos y desconocidos hasta ese momento. Y digo hasta ese momento, porque conforme avanzan las sesiones, van saliendo a la luz las causas inimaginables de estas uniones, peleas y separaciones.

Para poder entenderlo es necesario que exploremos al que considero origen de estas tres y es la elección de pareja. Esta elección de pareja tiene una justificación (que es el porqué) y también un propósito (que es el para qué).

La elección de pareja es un proceso en el que intervienen diversos factores, algunos mas evidentes que otros. Pueden ser bioquímicos, sociales, históricos, caracteriológicos o morales. Estos suelen ser los mas notables porque se encuentran en la superficie, todos nos damos cuenta de ellos. Sin embargo, existen elementos de otra naturaleza, que no siempre resultan tan obvios, pues generalmente se trata de elementos entrelazados y encubiertos que operan sin que nos demos por enterados. Estos pueden ser: la aceptación de nuestro padre y/o de nuestra madre; la lealtad a nuestros ancestros; los espejos que se dan entre nuestro árbol genealógico y el de nuestra pareja; así como también, la reactivación de memorias.

Para comprender los elementos antes mencionados, es importante explicar que una terapia psicológica con un enfoque transgeneracional, propone que encontramos como pareja a quien nuestra historia familiar nos permite encontrar. Es decir, la lealtad a nuestros ancestros nos orilla a elegir una pareja con quien podamos replicar aquello que vimos en nuestra familia de origen, porque es lo que conocemos y, por ende, lo que podemos manejar, pues a lo largo de los años nos volvimos expertos en ciertos temas.

Para ilustrarlo, retomaremos la historia de nuestros personajes de hoy y descubriremos cómo, sin darse cuenta, Sandra y Flavio terminaron siendo arrastrados por este torrente de factores que, a lo largo de su relación, les pasaron desapercibidos.

Tomar a nuestros padres

El primero de los elementos que cité es tomar a nuestros padres. ¿Recuerdan? Para reflexionar en ello, les haré un par de preguntas: ¿Cuántas veces juramos que no nos íbamos a convertir en nuestro padre? ¿Cuántas veces nos prometimos que eso que hacía nuestra madre, jamás lo haríamos?

Aceptar a nuestros padres implica que podemos referirnos a ellos sin juzgarlos, comprendiendo que hicieron lo que pudieron con los recursos que tenían y que era imposible que pudieran darnos más de lo que recibimos, ya que debido a sus circunstancias era todo lo que podían brindarnos.

Flavio juzgaba constantemente a su padre “por haberse desentendido de él cuando su madre (Lucía) cumplía el séptimo mes de embarazo” y constantemente se preguntaba por qué si, mientras su padre vivió y siempre tuvo a la misma amante, no dejó a Lucía y se fue desde el principio con la otra mujer. También le parecía absurdo que Lucía no dejara por completo a su esposo si había quedado claro que este prefería a su amante.

Sandra criticaba con severidad el hecho de que su madre hubiera aceptado casarse con su padre, aun sabiendo que siempre viviría a la sombra de su primer gran amor, con quien no pudo quedarse.

Quizás a estas alturas del relato, ustedes ya advirtieron las consecuencias que estos juicios hacia sus padres, le trajeron a cada uno de ellos, pues inevitablemente acabamos por convertirnos en aquello que juzgamos.

La lealtad a nuestros ancestros

La lealtad a nuestros ancestroses otro de los elementos involucrados en la elección de pareja. Esta lealtad nos lleva a mantener el patrón de relación que existe en nuestro árbol genealógico, ya que si rompiéramos esta manera de relacionarnos que se ha mantenido a través de las generaciones, nuestra pertenencia al clan sería puesta en riesgo. Con esto me refiero a que nuestra manera diferente de proceder sería mal vista por los demás miembros, muy probablemente nos descalificarían y poco a poco iríamos quedando fuera.

Al explorar el árbol genealógico de Flavio, él se encontró con muchos datos que desconocía. Por ejemplo, descubrió que, en aquellos tiempos, su abuelo paterno (Manuel) era tildado de mujeriego. A mediados de los años cincuenta este hombre, con tan sólo 20 años de edad, había migrado a México con unos amigos de la familia. En México se enamoró de una chica y se casó con ella, sin embargo, cuando su esposa parió a los siete meses de embarazo, él armó un revuelo porque “las cuentas no le cuadraban” y comenzó a decir que ese hijo no era suyo. Razón por la cual dejó a su esposa y encontró la manera de regresar a España en donde se reencontró con la novia de su adolescencia a quien conoció antes de irse a México.

Ese hijo que se quedó con su madre “dejada” en México, fue Juan Manuel, el padre de Flavio. Un hombre obligado por las circunstancias a casarse con Lucía porque ella estaba embarazada.

¿Hasta este momento de la historia, ya encontraron las lealtades que Flavio tenía hacia los hombres de su clan? Recuerden que las lealtades son aquellos puntos en común entre ellos: El abuelo, el padre y Flavio se casaron porque sus parejas estaban embarazadas. El abuelo de Flavio dejó a su esposa para regresarse a España con su novia de la adolescencia. El padre de Flavio nunca dejó a la que fue su amante desde siempre. Flavio, al igual que su padre y que su abuelo, tiene a una mujer que siempre está presente pese a su relación con Sandra. Tanto el abuelo de Flavio como su padre no se hacen cargo de sus hijos y Flavio estaba a punto de repetir la historia al experimentar ese “pánico y las ganas de salir corriendo” al enterarse de que Sandra estaba embarazada.

Por su parte, la indagación de Sandra arrojó que ella venía de varias generaciones en donde, en sus palabras, “las mujeres de su familia siempre estaban en la banca esperando la reta“ (haciendo alusión a quienes en un partido quieren entrar al juego y están esperando a que uno de los equipos pierda para entrar en su lugar). Su abuela materna pudo casarse con el amor de su vida, hasta que este enviudó tras cuatro años de matrimonio. Con la primera esposa él no pudo tener hijos, con la segunda esposa engendró a la madre de Sandra. A su vez, la madre de Sandra siempre estuvo enamorada del padre de su única hija. Elena y Antonio se conocieron en unas vacaciones de verano y para cuando se encontraron en la nueva escuela, él ya era novio de otra chica. Pasaron los años y Elena, la madre de Sandra fue una de las damas de honor de esa boda. Imaginen la escena. Cuatro años más tarde ellos se divorcian y Elena, quien “nunca pudo dejar de amar a Antonio”, se convirtió en su segunda esposa y concibieron a Sandra.

¿Ya lograron ver las lealtades de Sandra hacia las mujeres de su genealogía? Retomando sus palabras, para ser leal, ella también tenía que estar en la banca esperando la reta, puesto que su abuela materna se casó con el amor de su vida hasta que él enviudó; la madre de Sandra se pudo casar con el amor de su vida hasta que este se divorció; y Sandra pudo reunirse con el suyo hasta después de varias separaciones y de sus respectivos matrimonios fallidos.

Cabe destacar que de una manera muy parecida a lo que ocurrió con su madre y con su abuela, Flavio no tuvo hijos con su primera esposa. Y digo parecida, porque sí lo engendraron, sin embargo, murió por complicaciones al nacer.

Otro factor común entre Sandra, su madre y su abuela, es que las tres vivían su relación siempre “a la sombra” de la primera esposa. Dentro de los datos recopilados Sandra encontró que, a su abuela, su esposo no le permitió quitar de las paredes las fotos de su difunta primera esposa; que a Elena siempre se le comparaba con la primera esposa de Antonio; y Sandra (quien en su primer matrimonio también fue segunda esposa) constantemente experimentaba la presencia de la ex novia de Flavio en las diferentes etapas de su relación.

¿Y qué hay del desempeño del padre de Sandra? Bueno, Antonio fue un padre ausente, quien “por motivos de trabajo” viajaba constantemente y casi no se encontraba en casa para convivir con ellas.

Esto nos lleva al siguiente factor oculto en la elección de pareja, que son los espejos en los árboles genealógicos.

Espejos en los árboles genealógicos

Los espejos en los árboles genealógicos son aquellos eventos que se repiten en nuestro árbol y en el de nuestra pareja, así como también aquellos eventos que resultan complementarios. En el caso de Flavio y Sandra, los eventos que se repiten son los hijos únicos. Tanto Elena como Sandra son hijas únicas, al igual que el padre de Flavio y Flavio lo fueron de la unión de sus padres.

Los espejos como eventos complementarios, quedan ilustrados en el hecho de que los hombres del árbol de Flavio son parejas y padres ausentes, quienes además de esta cualidad, tienden a las relaciones simultáneas; mientras que las mujeres del árbol de Sandra son mujeres que les presentan la pieza que falta en el rompecabezas de estos hombres, al estar dispuestas a esperar a que dejen sus relaciones previas para estar con ellas.

Reactivación de memorias.

Esto se refiere a que los eventos estresantes y traumáticos de nuestros ancestros, que quedaron sin resolverse, se repiten en generaciones posteriores, aunque estas nuevas generaciones no tengan información al respecto. Pueden ser enfermedades, relaciones conflictivas o accidentes, por citar algunos. Y al no hablarse de ellos (por dolor, vergüenza, miedo o culpa), las siguientes generaciones, aunque lo ignoren, tienden a involucrarse en eventos iguales o muy parecidos. Es decir: lo no dicho se actúa, porque estas memorias se activan cuando la persona se expone a eventos o a situaciones como las que vivieron sus ancestros, ya que todo está interconectado aunque no nos demos cuenta de ellos.

¿Notan como en la historia de Sandra y Flavio el mes siete y el año cuatro se repiten? Esto es porque en la memoria inconsciente familiar de ambos, en el séptimo mes de embarazo y en el cuarto año de relación, han ocurrido eventos que marcaron a los involucrados y las generaciones posteriores, sin saberlo, reeditan la historia al cumplirse estos periodos.

El abuelo de Flavio nació de siete meses; al convertirse en padre, “se desentiende de su hijo” justo cuando la madre de Flavio cumple el mes siete meses de embarazo; el bebé que Flavio engendra con su primera esposa, muere en el séptimo mes de gestación. ¿Y adivinen qué? El hijo que Flavio tuvo con Sandra, también fue varón y nació sietemesino.

En lo que respecta al número cuatro, Sandra y Flavio tardaron cuatro años para encontrarse después de su primer noviazgo, cuatro años de relación, cuatro años de separación y cuatro años de vivir juntos antes de las peleas recurrentes.

Si revisamos los eventos en la línea materna de Sandra, su abuela materna pudo casarse con su amor, hasta que este enviudó tras cuatro años de matrimonio. Elena, la madre de Sandra, mantuvo ese “amor” durante cuatro años hasta que Antonio se divorció y finalmente se casó con ella.

Beneficios al analizar nuestra elección de pareja

Como podemos observar, esta atracción tan fuerte que sentían el uno por el otro y esta aparente determinación para continuar juntos, a pesar de los desafíos y de personas que habían conocido durante sus periodos de separación, estaba basada en que cada uno representaba para el otro el complemento perfecto para poder replicar las historias de sus respectivos árboles genealógicos.

¿Recuerdan que al principio les decía que hay varios enfoques para abordar el tema y que desde la superficie podía verse nada más con un tema de autoestima o de falta de decisión? Esto y más es lo que la psicoterapia con enfoque transgeneracional nos permite trabajar.

Les cuento que Flavio, Sandra y yo, trabajamos arduamente durante algunos meses en terapia de pareja. Primero construimos sus mapas genealógicos con los datos que ellos iban recopilando a través de entrevistas que les hicieron a sus respectivas madres y a personas que convivieron con los personajes involucrados.

Durante la construcción de los mapas lograron darse cuenta de los patrones que estaban repitiendo y por medio de ejercicios de reconciliación pasado-presente (constelaciones familiares), pudieron dejar de percibirse como un recurso para mantener la lealtad hacia sus respectivos orígenes, hasta que fueron capaces de mirarse desde la consciencia, como individuos con recursos propios, que al sumarlos con los del otro podían potenciarlos a través de herramientas tales como la comunicación comprensiva, el establecimiento de los no negociables en la relación y de la creación de su propio diccionario de pareja (sobre estos dos últimos temas encontrarán información bajo el título: ¿Qué esperar de la terapia de pareja?).

Conclusión

Seguramente querrán saber qué pasó con Sandra y Flavio, después de veinte años de ir y venir en su relación y cómo les fue una vez que dimos por concluido su proceso de terapia de pareja.

El año antepasado, durante las fiestas decembrinas Flavio me envío una foto del segundo cumpleaños de su hijo Sebastián. Sandra y Flavio sujetaban la mano de su pequeño hijo para la partida del pastel. Era notorio que Sandra estaba embarazada de nuevo. Esta vez, de una niña.

Sandra se encargó de compartirme las fotos de su recién nacida, antes de que comenzara la contingencia sanitaria en México debido a la pandemia.

¡Al parecer se rompió el hechizo!

Me llena de alegría cuando los miembros de una pareja pueden liberarse de aquello que les estaba impidiendo llevar una relación acorde a sus esfuerzos y deseos.

En resumen, nuestra elección de pareja está predeterminada, en gran parte, por las necesidades entrecruzadas de mantenernos leales a nuestro clan y de ejercer aquel tema en el que, sin darnos cuenta, nos volvimos expertos en manejar en nuestra familia de origen y que probablemente, nos juramos no repetir.

Si notamos que: