La psicología de nuestro árbol genealógico

Introducción

Se ha encontrado que las dificultades que son repetitivas y que parecen irresolubles en la vida de una persona, de una pareja o de una familia, son la consecuencia de temas que quedaron sin resolver y que pertenecen a uno o varios de sus ancestros.  Es muy probable que dichos personajes del pasado, debido a sus acciones, hayan sido juzgados o excluidos por el clan familiar.

En una terapia psicológica con enfoque transgeneracional, el análisis del árbol genealógico puede abarcar hasta la cuarta generación, es decir, la persona que acude a terapia sería la primera generación, sus padres la segunda, sus abuelos la trecera y sus bisabuelos la cuarta. Recopilamos datos acerca de sus vidas, a fin de que pueda reconocer aquello que la une con sus antepasados, aun cuando no los haya conocido, pues sin darnos cuenta, estamos vinculados a los destinos de uno o más miembros de nuestro árbol y en ocasiones nuestra lealtad y nuestro amor hacia ellos, nos arrastran a la repetición.

Cuando digo destinos, me refiero a temas personales como tragedias, eventos traumáticos, duelos no resueltos o secretos, que tuvieron una magnitud tal que fue imposible resolverlos en el pasado y las memorias de aquellos sucesos dolorosos o vergonzozos (de los cuales generalmente se evita hablar), transcienden a las generaciones y se manifiestan en nuestro presente.

Es por eso que en en este enfoque buscamos la reconciliación pasado-presente.

A través de la historia de Alejandro sandemetrio L. conoceremos cómo se lleva a cabo el estudio de nuestro árbol genealógico y los beneficios que podemos obtener de él.

La historia de Alejandro Sandemetrio L.

Alejandro Sandemetrio L., con 42 años de edad, llegó al consultorio acompañado de un amigo. Se lo había pensado mucho en acudir, porque estaba cansado de las diferentes terapias psicológicas que a lo largo de los años había tomado y también de contar una y otra vez la misma historia de cómo se sentía atascado sin poder avanzar, para al final, regresar al mismo punto, sin una solución definitiva.

La primera vez que nos encontramos, Alejandro contó que constantemente se sentía “falto de ganas, sin energía y sin motivación.” Su apartamento era un cúmulo de cajas de piso a techo, con varias macetas que contenían plantas secas, tenía un par de peceras vacías y a pesar de que había tenido importantes logros académicos, estos habían tomado más tiempo del que usualmente tomarían, debido a lo que él llamaba desidia.

Constantemente tenía choques con sus padres y no sabía bien por qué. Él decía que “le costaba trabajo permanecer más de una hora en una reunión familiar, porque de la nada se molestaba con sus padres y prefería marcharse.” Tenía la sensación como de que sus padres “le caían mal” y no sabía la razón, eso lo hacía sentir muy culpable.

Había intentado tener una relación de pareja, sin embargo “ellas se aburrían de su pasividad y lo dejaban a los pocos meses.” Le costaba mucho socializar, desde niño sentía que no se hallaba en ningún equipo ni en ningún grupo de amigos, lo mismo le pasaba de adulto en los trabajos, “como que no encuentro mi lugar”, decía.

Entre otras cosas, le pregunté si había alguien más en su árbol que llevara el mismo nombre.

Alejandro era el cuarto Alejandro Sandemetrio de quien él tenía conocimiento. Su padre, su abuelo y su bisabuelo, llevaban el mismo nombre.

Durante la conversación me contó que es el primogénito, que tiene una hermana casada y con hijos, que su padre es médico y que su padre estudio medicina para continuar con la tradición familiar, porque esa profesión tenían su abuelo y su bisabuelo. Alejandro se había resistido a la idea de estudiar medicina, así que aún nadando contra la corriente, eligió algo distinto, aunque no tan alejado de lo que estudiaron los otros Alejandros. Él estudió Biología y tenía posgrados y especializaciones afines. En sus palabras, “no le encantaba su profesión, pero era lo que menos iba a señalar su familia, pues a él le hubiera gustado ser artista plástico”.

Utilizando unas figuras Playmobil, que tengo especialmente para ese tipo de sesiones, le pedí que configurara a los involucrados en el tema. Cuando digo que configurara, me refiero a que con los ojos cerrados los colocara sobre la mesa, para que yo pudiera observar cómo los personajes se encontraban dispuestos unos con respecto a los otros.

Llamó mi atención la posición de los representantes de sus padres y el lugar en el que Alejandro colocó a su propio representante. Le pregunté si además de su hermana había más hermanos o si sabía de alguno que hubiera muerto. Se sorpendió con mi pregunta. Al no contar con más información, le pedí que investigara al respecto.

Canceló la siguiente sesión y no fue sino hasta cuatro semanas después, que decidió regresar al consultorio. Me dijo: “No podía venir. Estaba en shock.” Lo que contó después fue que ante la negativa de su madre por abrir el tema, recurrió a una tía, hermana de su madre, con quien tenía una relación cercana y quien ante la petición desesperada de Alejandro, accedió a contarle la verdad. Estas fueron sus palabras: “Llegué al panteón buscando la tumba que me había dicho mi tía. Ni siquiera puedo explicarte lo que sentí… Fue impresionante ver mi nombre escrito en la lápida, con la única diferencia de que ese Alejandro Sandemetrio L. había nacido un año y un mes antes que yo.”

Se trataba de su hermano, el verdadero primogénito. Sus padres, ante el dolor por la muerte de su primer hijo, decidieron no hablar más del tema, convirtiéndolo en un secreto de familia. Finalmente no era la primera vez que aquello ocurría en el árbol, esto último lo sabríamos mas adelante.

Alejandro, sin saberlo, había fungido como hijo de reemplazo, es decir, como sustituto del primer Alejandro fallecido. Los padres, en su inmenso dolor, no supieron hacerlo de otra manera, así que silenciaron el primer evento y lo intentaron resolver repitiendo el nombre del primer hijo.

Durante las sesiones posteriores trabajamos para que Alejandro pudiera reconocer a su hermano mayor y pudiera tomar el lugar que le correspondía como segundo hijo, así como también para que pudiera tratar sin resentimientos a sus padres.

Aunque lo concerniente a los resentimientos hacia los padres es un tema que abordaremos en otro momento, esta sensación de “mis padres no me caen bien y no sé por qué” o “me enojo muy fácilmente con ellos sin razón aparente”, son muy comunes cuando los padres mienten o encubren información valiosa para los hijos, en otras palabras, cuando recurren a los secretos.

Conforme Alejandro fue avanzando en el análisis de su árbol genealógico, supo que el primogénito de su abuelo no era su padre, sino otro hijo que su abuelo tuvo fuera del matrimonio. Antes de que su abuela consiguiera embarazarse por primera vez, su abuelo en un viaje de trabajo, concibió un hijo con otra mujer. En la familia del padre de Alejandro se enteraron de la existencia de este hijo, cuando la madre del menor buscó al abuelo de Alejandro para darle la noticia de que su hijo de 19 años de edad, había muerto atropellado.

El padre de Alejandro, sin darse cuenta, también había ocultado a su primer hijo.

Herramientas que nos brinda un enfoque transgeneracional

Para comenzar, es muy importante explicar qué es Transgeneracional, esa palabra que todavía sigue siendo desconodida o extraña para muchos.

La palabra Transgeneracional está compuesta por el prefijo trans, que significa detrás de, al otro lado de o a través de; y de la palabra generacional, que alude al conjunto de personas que forman una generación. Podemos decir que Transgeneracional se refiere a todo lo que existe entre las generaciones que nos anteceden y que nos preceden, tanto de manera tangible como intangible.

El enfoque transgeneracional nos brinda dos herramientas principales: el análisis de los árboles genealógicos y las constelaciones familiares, que nos conducen a una reconciliación pasado-presente.

La Psicología Transgeneracional ha desarrollado como su herramienta fundamental el análisis de los árboles genealógicos, pues se basa en la premisa de que las decisiones individuales dan lugar a consecuencias colectivas y estas consecuencias tienen un impacto a lo largo de varias generaciones, ya que todo lo que nos sucede como individuos, como familia, como sociedad y como nación, tuvo, tiene y tendrá efectos sobre nosotros y sobre los demás.

Básicamente nos permite descubrir cómo, aún sin darnos cuenta, estamos influenciados por nuestros antepasados, aún si no los conocimos en vida.

Otra herramienta que también empleamos para recopilar la información que necesitamos, son las constelaciones familiares.

Se llaman así en un sentido figurado. Sabemos que una constelación está comformada por un conujunto de estrellas que interactúan estre sí y evolucionan, de la misma manera lo hace un sistema familiar con los miembros que lo componen.

Las constelaciones familiares se pueden hacer con un grupo de personas o en el consultorio a través de figuras diseñadas para ese fin.

El ejercicio consiste en que quien acude a terapia elige de entre esas personas o figuras a representantes de los personajes involucrados en la historia que está influyendo en su vida actual, los coloca en un espacio determinado y observa los movimientos que se van dando después.

El desarrollo de una constelación nos permite saber cómo se ubican los personajes que la conforman, unos con respecto de los otros; podemos otorgar su lugar de dignidad a cada miembro del árbol y ubicarlo en el orden que le corresponde; también nos da la oportunidad de ofrecer frases reconciliatorias para conectar el pasado y el presente a través de la comprensión y de la compasión.

La reconciliación pasado-presente consiste en poder mirar sin juicios los sucesos en nuestro árbol genealógico, es decir, reconocemos lo sucedido sin ponerle calificativos, encontramos los posibles motivos que los llevaron a actuar de tal o cual manera, dejamos a cada uno de los involucrados en su lugar correspondiente y con su respectiva responsabilidad, respetando su dignidad y liberándolos de todo juicio. El resultado es que podremos comprender que ellos sólo hicieron lo único que pudieron con los recursos que tenían en ese momento.

Con esto conseguimos que las vivencias constructivas de nuestros antepasados, nos brinden recursos y fortaleza, mientras que nos liberamos de aquellas que resultaron destructivas, para lograr avanzar hacia la vida que deseamos.

Beneficios del estudio de nuestro árbol genealógico

Conocer nuestra historia familiar es sumamente importante por la sencilla razón de que somos nuestro árbol genealógico y si lo desconocemos o lo ignoramos, es altamente probable que acabemos reproduciendo la programación que heredamos de nuestros ancestros.

El análisis de nuestra historia nos permitirá detectar, prevenir y/o solucionar patrones y dinámicas ocultas que son transmitidas de generación en generación y que están teniendo repercusiones adversas en nuestra salud, en nuestra economía, en nuestra vida en pareja o en cualquier otro ámbito de nuestra existencia.

Así podremos tomar decisiones desde la consciencia y desatar los nudos que nos estaban impidiendo alcanzar la vida que deseamos.

Otro ejemplo de lo que consigue la psicoterapia con enfoque transgeneracional, lo pueden encontrar en el título Elección de pareja.

Conclusión

Sabremos que hemos llegado a una reconciliación pasado-presente, cuando reconocemos que nuestros ancestros sólo hicieron todo cuanto pudieron con los recursos que tenían en ese momento y que no pudieron haber hecho más. Sabemos que alcanzamos nuestro objetivo  cuando somos capaces de mirar a nuestro árbol genealógico sin juzgar a sus integrantes y cuando podemos contemplarlos a todos desde la comprensión y la compasión. Y esto se manifiesta en nuestras vidas cuando el resultado de lo anterior es que nos hemos liberado de esas lealtades invisibles que nos empujaban a hacerlo de la misma manera en la que lo hacían nuestros antepasados y ahora podemos tomar decisiones desde la consciencia, permitiéndonos elegir nuestro propio camino.