¿Qué decir en vez de “ya no llores”?

La crisis de Ariel

Ariel tenía 24 años de edad cuando por primera vez fue diagnosticado con depresión.

Su familia lo había notado triste y muy irritable desde hacía varias semanas. Cada vez salía menos de su habitación y las pocas horas que pasaba despierto, se gastaba el tiempo viendo su serie favorita hasta volver a conciliar el sueño.

Ariel solía ser un chico muy activo. Desde más joven estudiaba y trabajaba al mismo tiempo, hacía ejercicio, salía con sus amigos y veía a su novia.

Sin embargo, ese año, tras la muerte de tres de sus seres queridos y de la ruptura del compromiso de boda que tenía con su novia, comenzó su deterioro.

Su padre estaba desesperado “por verlo convertido en un flojo”, su madre se enojaba constantemente con él e intentaba sacarlo de las cobijas a la fuerza. Incluso, una vez lo sacudió por los hombros diciéndole: “¡Cómo es que sabiendo lo que sabes, te encuentres así! ¡Cómo es posible que, siendo tan inteligente, te permitas dejarte caer!” “¡Deja de llorar por gente que no te valora!” “¡Tienes que comer algo, mira cómo estás!”

Para su hermana, el asunto era irrelevante, notaba que su hermano estaba raro, pero como pasaba la mayor parte del día fuera de casa, no alcanzaba a dimensionar la gravedad del asunto.

Ariel había dejado de vivir, estaba en crisis.

Qué es una crisis

Una crisis es un cambio, a partir de eventos inesperados, que trae consigo consecuencias importantes.

Cuando alguien atraviesa por una crisis, es posible encontrarnos con expresiones como: “Siento que se me cierra el mundo”, “mi mente está como nublada”, “no puedo pensar”, “ya no quiero sentir”, “no sé cómo expresarlo”, “me quiero morir” y una infinita lista de frases que ponen en evidencia que la persona se encuentra incapacitada para pensar con claridad, organizar ideas, crear soluciones y tomar decisiones.

Tips para acompañar en una crisis

Es muy importante que, a través de este acompañamiento, podamos crear un espacio de posibilidades para quien lo recibe.

Para lograrlo es muy importante:

En una intervención en crisis lo que hacemos es: establecer un contacto cálido y confiable con la persona en crisis y enseguida, una revisión rápida del estado de la persona en las diferentes áreas de su ser:

A una persona en crisis (ya sea porque la despidieron del trabajo, porque rompió con su pareja, porque se le murió un ser querido o como en el caso de Emiliano, que se le juntaron varios asuntos), por favor evitemos decirle:

Y un montón de frases que lejos de brindarle consuelo, le pueden llevar a la desesperación.

Si no me creen, sólo recuerden lo que se siente cuando estamos muy enojados y alguien nos dice: «Tranquilízate… Ya no te enojes. No es para tanto.»

¿Qué sienten al escuchar eso? ¿Los acerca a la tranquilidad que pretende conseguirles el emisor o experimentan una exasperación mayor?

Les aseguro que les ocurre lo segundo y esto es porque, por muy buena intención que la otra persona tenga, está invalidando lo que sentimos, no lo está reconociendo, no está empatizando con nosotros.

Por eso, en vez de frases que pretendan anular el estado alterado de alguien, preguntemos qué le está sucediendo, cómo lo vive, cómo quiere que le acompañemos en esto que atraviesa. Escuchemos con atención y evitemos aconsejar.

También podemos acompañar en silencio y hasta ofrecer un abrazo, si nos lo aceptan, permanezcamos ahí hasta que la persona decida separarse.

Brindemos frases de reconocimiento hacia los sentimientos de la otra persona, como:

Si es necesario, acompaña a esa persona buscando ayuda profesional (médica y psicológica) y mantente al tanto de ella.

El acompañamiento de Emiliano

Emiliano, el mejor amigo de Ariel, al ver que no respondía sus llamadas, fue a verlo. Al llegar a su casa, lo encontró durmiendo, sin comer y sin bañarse.

Él fue quien se dio cuenta de que, si no tomaba cartas en el asunto, la situación podía empeorar.

Al verlo, Emiliano le preguntó: ¿Qué sucede? A lo que Ariel le contestó: No tengo ganas de hablar. – Si no tienes ganas de hablar, está bien. ¿Me puedo quedar un momento?

Ariel sólo pasaba alrededor de ocho horas despierto, el resto las gastaba durmiendo. Como casi no quería hablar, Emiliano pensó en compartir algo que pudiera gustarle a su amigo, así que le sugirió ver algunos capítulos de su serie favorita. Ariel había perdido peso en aquellas semanas y era notorio que podía pasar varios días sin bañarse. Le dio un abrazo y bajó a la cocina por algo para invitarle.

Emiliano, lo que estaba haciendo, aún sin saberlo, era establecer ese primer contacto.

Al día siguiente volvió con la botana favorita de Ariel y abrió el tema diciendo: «Te noto muy diferente.» – Si se fijan, esta descripción fue neutra, no dijo: te noto sucio o te noto triste. – ¿Te gustaría que habláramos de eso? – No hay mucho que decir. – Respondió Ariel. – Así que no hay mucho qué decir… Esta semana dejaste de trabajar, casi dejaste de comer, no has salido porque, por lo que veo, sólo quieres dormir… extraño esa versión tuya siempre tan alegre. – Ariel rompió en llanto.

Emiliano lo único que hizo fue poner la mano en el hombro de Ariel y esperar a que el llanto cesara, es decir, permitió que Ariel se desahogara.

Finalmente, Ariel dijo: No puedo creer lo que pasó, todos se están muriendo, todos se van… – ¿Todos se van? Cuéntame de eso. – Nunca pensé que en mi familia habría tres muertes el mismo año. Tampoco creí que Karla fuera tan desgraciada ni capaz de hacer lo que hizo si éramos miembros de la misma iglesia. ¡No sé qué hacer sin trabajo y sin dinero y con mi familia encima diciéndome que tengo que estar mejor!

Emiliano después de escucharlo, solamente dijo: ¿Cómo se puede estar mejor con todo eso que me dices? (Estaba validando sus sentimientos) – ¡Exacto! ¡Pero ellos no entienden! ¡No entienden que no tengo ganas de nada! ¡Sólo quisiera morirme!

Para entonces, con los datos que había obtenido, Emiliano ya había hecho una revisión rápida del estado de Ariel.

Emiliano ya sabía que había un deterioro físico por falta de alimentación y de aseo personal; que sus pensamientos estaban centrados en el pasado y en el deseo de morir; que se sentía incomprendido por su familia; que de momento no contaba con voluntad propia como para asearse y alimentarse; que había perdido cuatro relaciones significativas, tres por muerte y una por ruptura, además de que él sentía que no podía contar con su familia; en su sistema de creencias no cabía la posibilidad de que Karla, su ex prometida, hubiera actuado de esa manera porque eso iba en contra de sus creencias religiosas; y que el momento de vida que Ariel atravesaba, definitivamente era una crisis.

Cuando Emiliano estaba a punto de retirarse de la casa de Ariel, decidió hablar con la madre de su amigo para pedirle que por favor evitara decirle más de lo mismo y que él se comprometía a buscar ayuda profesional. Con este punto Ariel intentaba establecer una red de apoyo.

En la tercera visita, Emiliano supo que la irritabilidad de Ariel había llegado al extremo. En esas horas de acompañamiento terminaron de ver todos los DVD´s de la serie que tenían disponibles hasta es momento. La noticia de que había que esperar un año para tener la nueva temporada, hizo que Ariel rompiera en llanto y que maldijera su suerte.

Posiblemente a más de uno de ustedes le pudo parecer absurda o de risa, la reacción de Ariel, sin embargo, Emiliano dejó a un lado sus prejuicios y se limitó a procurar aproximarse a la realidad de su amigo, así era como Ariel lo estaba viviendo. Emiliano pudo comprender, días después, que eso es lo que pasa cuando el cerebro deja de funcionar óptimamente debido a una descompensación bioquímica.

Emiliano volvió a aplicar la de poner la mano en el hombro de su amigo hasta que este terminara de llorar. Después le dijo: ¿Te das cuenta de que esto ya nos rebasó y que tú y yo difícilmente vamos a poder salir de esta por nuestra cuenta? Estás bajando de peso y me preocupa. Sé que ahí sigue el Ariel que conocí, sólo que ahora está muy abrumado por todo lo que le pasa. Como sé que no estás de humor para búsquedas, conseguí los datos de un médico muy bueno. ¿Te parece si vamos mañana?

En todo momento, Emiliano se mantuvo con descripciones neutras y evitando aconsejar.

A través de sus preguntas y de su planteamiento, Emiliano estaba invitando a Ariel a darse cuenta de la situación. Había un mensaje implícito de que estaban juntos en eso y de que habían llegado a un limite con sus propios recursos.

Emiliano también estaba cubriendo otro punto: a través de su discurso, estaba permitiendo que Ariel descubriera algo que le permitiera enfrentar su crisis, le planteaba opciones de manera neutral.

De nuevo Ariel rompió en llanto y le preguntó si había manera de ir con el médico en ese momento.

Como pudimos ver, Emiliano dejó a un lado sus prejuicios, en ningún momento le dijo: “Oye, no es para tanto.” Ni algo como: “¡No manches que estás llorando porque se acabó la serie!” Durante todo el acompañamiento, Emiliano escuchó mucho más de lo que habló y cuando habló sólo fue para validar lo que Emiliano estaba sintiendo.

Aunque es importante que nuestra persona acompañada encuentre sus propias soluciones, habrá situaciones en las que no podemos esperar a que las encuentre por sí misma y tendremos que recurrir a algo como lo que hizo Emiliano, que fue tomar la decisión de buscar asistencia profesional.

Conclusión

Aunque no seamos expertos en intervención en crisis ni profesionales en el tema, podemos acompañar si: