¿Quién es Abril Ferrer?, la persona detrás de la marca.

Los inicios

Hace poco más de quince años, al terminar la carrera de Psicología Clínica, comencé a incursionar en el ámbito de la psicoterapia. Primero como coterapeuta de grupos; después, como terapeuta de grupos; y más tarde, en terapia individual (estas tres modalidades, siempre bajo supervisión), mientras continuaba mi formación académica como psicoterapeuta.

Después de algunos años de trabajar para otras marcas (como psicoterapeuta individual y de grupos, también dando clases e impartiendo talleres), finalmente decidí independizarme y ofrecer los servicios de:

  •  Psicoterapia individual
  • Psicoterapia familiar
  • Psicoterapia de pareja y
  • Mediación para el divorcio

¿Qué significa Intervención Holística?

Hace seis años decidí nombrar a mi gama de servicios Intervención Holística Psicoterapia, porque el holismo es una corriente que enfatiza en lo relevante que es la interdependencia entre las partes que conforman una totalidad. Para mí la totalidad es la persona y la persona está conformada por áreas que interactúan entre sí y que por lo tanto son interdependientes. Esas áreas de la persona son: el cuerpo, el espíritu, los pensamientos, las emociones, las conductas, su historia familiar, el contexto social, las relaciones de pareja, la situación económica, en fin, todo aquello que la persona considere parte de su vida.

Así que Intervención Holística Psicoterapia, es un modo de terapia psicológica en el que las personas que me permiten acompañarlas, pueden abordar sus temas a través de metodologías basadas en teorías psicológicas, sistémicas, sociológicas, transgeneracionales y transpersonales, con la finalidad de detectar, prevenir y/o solucionar patrones y dinámicas ocultas que son transmitidas de generación en generación y que están teniendo repercusiones adversas, impidiéndoles llevar la vida que desean.

Hasta aquí con respecto a la persona que funge como psicoterapeuta y desarrolladora de contenidos en Intervención Holística Psicoterapia, pues hay otra arista que sólo conocen quienes han compartido conmigo y es mi manera de intensa de vivir.

Abril Ferrer, la persona detrás de la marca

Mi nombre es Abril Azucena Ferrer Orozco. Nací en el Distrito Federal (hoy Ciudad de México) y si hubiera una frase que pudiera describir mi vida sería: Una vida intensa y enriquecida.

Recuerdo cuando en el primer tercio de mi vida dividía las metas en corto, mediano y largo plazo.

Quienes me conocen, por lo menos desde mi adolescencia, saben que casi todas mis metas se aglomeraban en la categoría de corto plazo, porque “siempre me quería comer al mundo, antes de que el mundo acabara por comerme”.

Hasta inicios del año pasado, quince días para mí eran un plazo corto, muy corto. Mis días constaban de 28 horas, me reunía con unos, iba con otros, entraba y salía del consultorio, todas las actividades eran de suma importancia para mí. Mi agenda estaba siempre llena de actividades para el consultorio, de reuniones con la familia, de salidas con amigos, de intervenciones en crisis para mis conocidos, una pila de libros rotantes en mi mesa de noche y yo era muy feliz renovando mis plazos de quince días.

De repente mi mundo, nuestro mundo, el mundo de todos, cambió drásticamente. Nos quedamos en casa amenazados por un virus cuyos efectos no se conocían, enfrentando nuevos desafíos cada día y encontrando la manera de adaptarnos a las nuevas circunstancias. Oíamos casos lejanos de otras partes del mundo, después empezaban los contagios en nuestro país. Posteriormente comenzamos a saber de casos del primo del hermano de un señor, hasta que finalmente los contagios aparecieron entre nuestros familiares y amigos.

En ese momento mis quince días se convirtieron en largo plazo y unas horas en el corto. Con el paso de los días fui notando que el estatus de las familias se actualizaba cada semana.

Hoy me cuesta hacer planes para la próxima semana, porque si antes no tenía la certeza de que, al despedirme de alguien, nos volveríamos a ver, hoy menos.

A partir de ese día, cuya fecha no recuerdo con exactitud, la postergación dejó de ser una opción para mí. Hoy digo sí a una reunión, aunque sea por videollamada o una llamada telefónica, por muy cansada que me encuentre, porque quizás sea mi última oportunidad para hacerlo. Ya no puedo decir con tranquilidad: “Despreocúpate, no pasa nada si lo dejamos para el próximo fin.” Porque sí pasa, porque está pasando aceleradamente.

Todos los días, a través de las noticias que aparecen en redes sociales, de las vivencias que me comparten en las sesiones del consultorio y de lo que ocurre en mi entorno familiar y social, me conecto con mi vulnerabilidad ante la muerte.

Y aunque me caracterizo por vivir intensamente cada día y por procurar no dejar qué hacer para mañana, durante los últimos diez meses, esa cualidad mía se ha exacerbado. Pensé que ya vivía mi vida a tope, sin embargo, ahora veo que siempre se puede un poco más.

Es por eso que hoy aprovecho la oportunidad para agradecerles a quienes han decidido compartir conmigo sus temas tan personales e íntimos (ya sea dentro o fuera del consultorio), para decirles que han sido mis grandes maestros aportando a mi vida a través de la suya y que aprecio enormemente su confianza.

También agradezco a quienes han decidido dedicar su tiempo a las lecturas que ofrece este sitio, pues sin su participación, habría sido imposible la entrega del contenido.

Y siento la imperante necesidad de hacerlo hoy y en este preciso momento, porque si el próximo año me toca aparecer en la ofrenda de alguien, no me habré quedado con las ganas.

Así he vivido estos meses. ¿Cómo los viven ustedes?